Etiquetas: [2002, Consuelo Ciscar, II Encuentro Mundial de las Artes, Vidal-Beneyto]
Domingo Mestre Pérez
(Publicado en Levante EMV, 5 oct 2002)
Resulta apasionante pensar que en Valencia se han reunido algunos de los artistas e intelectuales de más renombre para discutir sobre la “banalización e institucionalización de la cultura”. En este sentido, el II Encuentro Mundial de las Artes promete mucho. Más aún, cuando en la presentación del evento un auténtico experto como Vidal-Beneyto explicaba que “la cultura está muriendo vÃctima de su propio éxito”.
La verdad es que el diagnóstico, aunque no sea demasiado original, tampoco podrÃa ser más acertado. La realidad es exactamente esa, y Valencia es uno de los más claros exponentes de este proceso de descomposición cultural que afecta ya, aunque lo haga de forma desigual, al conjunto de la sociedad occidental. En esta ciudad hemos visto como, en los últimos años, los museos e instituciones supuestamente culturales proliferaban a un ritmo vertiginoso que no ha estimado gastos en la construcción de infraestructuras. De forma paralela, hemos visto también como el nivel del incipiente debate público sobre temas culturales ha ido cayendo en picado. Museos de reciente creación como el MUVIM no rebasan las expectativas culturales de los parques temáticos y las dos instituciones de arte contemporáneo que lograron obtener algunos resultados, esto es la Sala Parpalló y el IVAM, están siendo ahora mismo desmanteladas o enterradas concienzudamente. El Teatro de Sagunto va a reconvertirse otra vez en una ruina inutilizable y aunque está prevista la construcción de una Ciudad del Cine, ésta se ubicará en Alicante pese a las protestas de la Filmoteca y de los profesionales, algo bastante irrelevante puesto que la producción cinematográfica valenciana es prácticamente inexistente -salvo honrosas excepciones que, además, son luego vetadas en la Mostra de Valencia.
Por otra parte, la participación ciudadana en los temas culturales es literalmente nula. No existe un solo centro de recursos artÃsticos (tipo el Arteleku de Bilbao p. ej.) donde los jóvenes artistas puedan encontrar los medios que necesitan para iniciar su andadura profesional. La asociación de artistas visuales valencianos fue creada y disuelta sin que la subsecretaria de Promoción Cultural se dignara a recibirla. Tampoco ninguna institución pública mantiene algún tipo de programa que esté abierto al debate ciudadano o donde las inquietudes culturales todavÃa no institucionalizadas puedan tener cobijo. Al respecto, tan sólo un detalle para los que vienen de fuera: ahora mismo, coincidiendo con el debate sobre la institucionalización de la cultura, una asociación de poetas locales, que era de las pocas que disfrutaban de una sede cedida por la administración, está siendo desalojada sin más explicaciones. Otro: en la mesa que debatirá sobre la enseñanza de las artes, la Facultad de BBAA de Valencia no ha sido invitada a participar.
Asà las cosas, me pregunto: si esta es la banal realidad cultural que la actual Administración construye deliberadamente, ¿a qué viene reunir a los expertos para preguntarse por ella? Guy Debord, en su libro Comentarios a la sociedad del espectáculo, nos advertÃa de que “la discusión vacÃa sobre el espectáculo forma parte del espectáculo mismo”. También aseguraba que “todo experto [mediático] tiene su amo”. No sé, ni lo sabré nunca, si estos postulados son aplicables con exactitud a este II EMA, pues los ciudadanos de a pie no se nos permite acceder a la mayor parte de los debates, pero sà que sé que son varios los invitados que, por mera dignidad intelectual, se han negado a participar en el proyecto. Espero con ansiedad ver la foto de clausura en los periódicos y, a partir de ella, intentaré imaginarme cómo ha sido la reflexión “plural y caleidoscópica” que Consuelo Ciscar nos ha “proporcionado” en esta ocasión.
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